Nosotros y nosotras, como pueblo
creyente a la luz de la Palabra de Dios por medio del Profeta Isaías: “Romper
las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los
oprimidos y romper toda clase de yugo” Is. 58, 6;
Y a la misión de Jesucristo:
“llevar buenas noticias a los pobres, anunciar la libertad a los cautivos, a
los ciegos que pronto van a ver, poner en libertad a los oprimidos y proclamar
el año de gracia del señor”. (Lc. 4, 18-19.
La Palabra del Papa Benedicto XVI y
de nuestros Obispos de América Latina nos animan con estas palabras: “La
Iglesia no puede ni puede quedarse al margen en la lucha por la Justicia” (DA
385) El Santo Padre nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser
“abogada de la justicia y defensora de los pobres” (DA 395).
LIBERTAD INMEDIATA E INCONDICIONAL A NUESTRO HERMANO ALBERTO PATISHTAN
A los hombres y mujeres de Buena
voluntad nacional e internacional, que tienen en sus corazones, la lucha
por la paz y justicia con dignidad.
Hermanos y hermanas.
Una de las Palabras de Jesucristo que
debe estar siempre en nuestros corazones es: “Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de
Dios” (Mt, 5, 6.9)
Estas palabras del humilde carpintero,
urge que la vivamos porque la realidad que vivimos en México es muy
alarmante ante tantas injusticias, opresión, corrupción contra el pueblo
Indígena, los Obispos de América Latina expresaron: “Hoy los pueblos
Indígenas están amenazados en su existencia física, cultural y
espiritual; en sus modos de vida; en sus identidades; en su diversidad;
en sus territorios y proyectos” DA 90.
Las grandes injusticias e impunidad que
nos imponen a vivir el gobierno federal y estatal consiste en excarcelar
a los asesinos, caso es el de Acteal, “hace 3 años fue la excarcelación
masiva de los paramilitares presos por la masacre de 45 personas
inocentes: hombres, mujeres, ancianos y niños en Acteal. Porque el 12 de
agosto de 2009, el gobierno mexicano a través de la llamada Suprema
Corte de Injusticia de la Nación ampararon y excarcelaron masivamente a
los asesinos de Acteal”. Al mismo tiempo el gobierno federal y estatal
les da sentencias de muchos años a inocentes, como el caso de nuestro
hermano Alberto Patishtán Gómez, sentenciado a 60 años desde el año
2000, acusado de un delito que nunca cometió, sino, lo único que ha
hecho es trabajar por su pueblo y colaborar con los que luchan por la
verdad y la justicia. Por lo tanto lo tienen privado de su libertad por
cuestiones meramente políticas.
Nosotros y nosotras, como pueblo
creyente a la luz de la Palabra de Dios por medio del Profeta Isaías:
“Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres
a los oprimidos y romper toda clase de yugo” Is. 58, 6; Y a la misión
de Jesucristo: “llevar buenas noticias a los pobres, anunciar la
libertad a los cautivos, a los ciegos que pronto van a ver, poner en
libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del señor”. (Lc.
4, 18-19. La Palabra del Papa Benedicto XVI y de nuestros Obispos de
América Latina nos animan con estas palabras: “La Iglesia no puede ni
puede quedarse al margen en la lucha por la Justicia” (DA 385) El Santo
Padre nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser “abogada de
la justicia y defensora de los pobres” (DA 395).
Señores autoridades estatal, federal y
magistrados encargados de impartir la justicia, ustedes no pueden
sentirse más que Dios, no pueden estar por encima de la ley divina,
sepan que lo que hacen en esta tierra comparecerán ante el tribunal
divina pues dice la Palabra de Dios: “Todos hemos de comparecer ante el
tribunal de Cristo, para recibir cada uno lo que ha merecido en la vida
presente por sus obras buenas o malas”. (2 Cor. 5, 10).
Hoy como iglesia, nuevamente estamos
presentes para solidarizarnos con nuestro hermano Alberto Patishtán,
expresarle que no está sólo, que no nos cansaremos hasta que goce de su
plena libertad; pero también para expresar y exigirle al gobierno
federal y estatal: en nombre de Dios todo poderoso basta las injusticias
en contra de nosotros los pueblos indígenas, basta las sentencias
llenas de injusticias, basta los sufrimientos que se le está cometiendo a
nuestro Hermano Alberto Patishtán.
En nombre de Dios todo poderoso
exigimos la inmediata e incondicional libertad de nuestro hermano y
compañero Alberto Patishtán, porque como pueblo creyente expresamos y
manifestamos que es inocente por lo tanto ustedes gobernadores federal y
estatal tienen encarcelado y sentenciado injustamente.
4 de septiembre del 2012.
Voz del pueblo creyente del equipo tsotsil, Diócesis de San Cristóbal de las Casas.
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