*Palabras pronunciadas por el profesor tzotzil tras ser liberado después de 13 años de permanecer encarcelado injustamente.
Alberto Patishtán
Publicado: 05/11/2013 22:10
Publicado: 05/11/2013 22:10
Antes
que nada, compañeros, compañeras y todos los medios de
comunicación: les doy las gracias por estar en este momento y espero
que estas palabras, que las voy a expresar dentro de lo más
profundo de mi corazón, que así se
diga.
¿Quién
es Patishtán? Patishtán soy yo. Soy una persona que no solamente
oigo, sino que escucho. ¿Quién es Patishtán? Es uno que está
perdiendo la vista por mi enfermedad. Al parecer como que ya no me
deja ver tanto con los ojos, pero sí los veo mucho más claro en mi
corazón.
Eso
es si quieren tener la definición de quién
es Patishtán. Es uno que no solamente vio lo que estaba pasando, no
solamente quedó mirando y viendo lo que estaba pasando en su pueblo
en aquellos años. En aquellos años en los que realmente nuestros
gobernantes han dicho, o hemos dicho, que ya no hay esclavitud. Sin
embargo, en aquel tiempo me topé con que sí se estaba dando otro
tipo de esclavitud. Aquellos tiempos entonces, como hoy en día
todavía se repite, existe el olvido y la marginación de los pobres.
Solamente que muchas veces nuestras autoridades voltean a ver a
aquellos que sí tienen el poder económico.
En
aquellos tiempos, entonces, la gente sufría, la gente carecía de
muchas cosas. La gente que no habla el español, la gente que no
podía escribir, en aquellos tiempos entonces del año 2000, y mucho
más antes, para aquella gente pobre, para aquella gente humilde e
ignorante, se refugiaba, o se refugiaban con aquella persona que sabe
un poco más o menos leer algún documento o puede expresarse.
Entonces,
en aquel tiempo, me acuerdo que me topé y me topo con una autoridad
tan autoritario o tirano, como se lo puede llamar otras palabras.
Quiso esclavizar a la gente y acabarla en vida. Yo estaba viendo lo
que estaba pasando y dije: “Hasta aquí no más. Tengo que salir a
defender este pueblo mío”, como decía mi hijo. “No me queda de
otra”, decía yo. Alguien tiene que salir por ellos, y decía yo:
“voy a asumirlo”.
Y
salí a defender a mi pueblo en aquel tiempo, cuando el presidente
municipal, de nombre Manuel Gómez Ruíz, había hecho tantas cosas.
Y yo salí a la defensa, salí a gritar, salí a levantar la mano.
Eso fue la causa de que me mandaron hasta la cárcel. Tenemos
documentos en archivos donde nosotros estamos pidiendo la destitución
del presidente municipal en aquel tiempo. A finales del mes de mayo,
me acuerdo, ya estaba todo listo para destituir al presidente
municipal, a este que estaba haciendo los malos actos contra la gente
pobre.
Pero
después de quince días entonces cuando ya
nosotros y el pueblo de El Bosque estábamos para destituir a esta
autoridad tan autoritaria, sucede una emboscada de la que ustedes ya
sabrán. A consecuencia de eso es que entonces me llevan a la cárcel,
y no solamente me llevan sino que me sentencian con una condena a
muerte. Me querían acabar, pero yo soy inocente ante los ojos de
Dios y ante mí mismo.
En
el primer día que llego en la cárcel decía yo: “Aquí comienza
una tarea más de mi vida. No puedo aceptar estas cosas.” Y así
entonces se originó mi encarcelamiento por defender al pueblo
oprimido. Porque no solamente anunciaba las cosas buenas de mi
pueblo, sino que también denuncié lo que estaba pasando en mi
pueblo. Y por esas personas que siempre tienen el poder para joder,
eso fue lo que me hicieron: hacerme acabar en la cárcel.
Pero
gracias a Dios estoy vivo, no estoy muerto, y tengo muchas cosas por
hacer. Como decía mi hija Gaby, a ella y a mi hijo Héctor, que
están aquí, no los vi crecer. Pero algo agarraron de esa semilla
que yo tenía y eso es lo muy importante para mí: que esa semilla
que al parecer escondieron, pero estos jóvenes que tengo a mi lado
supieron sembrar y germinarlo y hoy los frutos los estoy viendo y los
estamos viendo todos. Eso es para mí muy importante.
Quisieron
acabar mi lucha. Quisieron hacerla restar, pero lo que pasó fue
multiplicar. Quisieron ocultarla y lo que hizo fue resplandecer. Así
fue la cosa.
Llego
a la cárcel entonces, y veo nuevamente, y me encuentro con
compañeros presos y presas que para mí fue mi pueblo, nada más que
diferente. Me sacaron de mi pueblo y me mandan a otro pueblo, a otra
cárcel. Porque allá me topo con otros compañeros pobres, unos
compañeros que aquí están ahora presentes también, y con ellos
vivíamos dentro de la cárcel una gran injusticia. Entonces, dije
yo, el trabajo no termina, y por acá comienzo nuevamente a luchar. Y
eso fue lo que hice.
Encontré
en la cárcel humillaciones, encontré que la gente pobre, que la
gente indígena, que no sabe defenderse, que no tiene dinero para
pagar a un abogado y que no tiene intérprete, pues que se queda en
la cárcel. ¡No! Yo tengo que hacer algo por ellos, dije. Luché en
muchos momentos. Encontré caras tristes en la cárcel.
Encontré llantos, que muchas veces por ello tuve que
empeñarme de ser muchas cosas en muchas ocasiones.
Tuve
que ser sacerdote, aunque no lo soy, porque tuve que obrar por los
enfermos. Muchas veces tuve que ser psicólogo para dar terapias a
aquellos que se sentían destrozados. Tuve que tomar el papel de
abogado, aunque no lo soy, porque muchos me preguntaban, aquellos que
perdían un amparo o algo o cuando lo sentenciaban y me decían:
“Patishtán, qué sigue de esto”. Y yo, que no soy
abogado, pero más o menos he visto de mi experiencia, les decía yo:
“Esto hay que seguir. Así es”.
Por
último, aunque fue mucho, tuve que empeñarme en ser doctor, y no lo
soy, pero es que muchos de mis hermanos indígenas llegaban conmigo y
me decían: “Qué hay que tomar, Patishtán, cuando duele a uno la
cabeza o duele el estómago”. Y yo les decía: “Pues esto hay
que tomarlo”. Y a ese punto tuve que llegar. Y es que así es.
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En
la cárcel entonces mucha gente, o también nuestras autoridades, nos
dicen: “Aquí ya acabó el derecho, aquí ya no hay nada que
hacer”. Y yo decía: “Aquí hay mucho que hacer. Aquí voy a
comenzar a hacer algo, aquí tengo que aprender no tanto para
enseñar, porque por más que uno sepa, no llega a terminar ni a
concluir”. Así fue entonces que yo tuve que andar por esos
caminos.
¿Pero
qué pasa cuando la persona lucha dentro de la cárcel? Entonces no
somos bien vistos dentro de la cárcel. Somos estorbo dentro de la
cárcel. No somos el bien. Nosotros le llamamos cosa buena, cosa
sagrada. Pero la autoridad ve mal lo bueno que hacemos. Quieren que
las cosas que hacen lo malo que nosotros les apreciemos. Y no se
puede apreciar. A lo bueno, aquellos le llaman mal, y lo mal aquellos
le llaman bien. ¿Cómo lo ven? Está todo al revés.
Por
esas cosas que anduve haciendo, de andar haciendo las cosas buenas,
me decían: “Este hombre hay que sacarlo de esta cárcel, este
hombre estorba”. Y me mandan de una cárcel a otra cárcel.
Y que me tenían de plano ya ni sé cómo se llama, y que por
fin me llevan, me mandan. De que te pregunten si quieres ir, no te
van a preguntar.
Me
mandan entonces a Guasave, el Cereso que yo mismo fui a estrenarlo,
hasta eso. Ahí estuve, ahí hay mucha gente y también podemos decir
que, como siempre, a los que están en la cárcel los tachamos a
veces de delincuentes. Ya sé, pero no todos. Tenemos la mitad que sí
la cometió y la otra mitad estamos de pilón, pagando los platos
rotos que otros deberían de pagar y que los hacen pagar a la fuerza.
Me llevaron allá para acabarme. Esa cárcel la bautizamos nosotros:
“el cementerio de los vivos”, pues es un lugar donde te quieren
matar. Pero yo aprendí más a vivir allá
otra vez. Y vieron que no pudieron, y gracias a Dios y por todos los
compañeros que están a mi lado y los que no los veo, gracias a
ellos tuvieron que regresarme a la misma cárcel de donde me habían
sacado. Esto fue lo que pasó.
Y
hasta les digo desde este lugar: nunca había yo subido a un avión,
ese fue mi estreno cuando me llevaron a Guasave. Pero llegué siempre
con una misión: ayudar a aquellos que están en Guasave, mucha gente
de dolor, de soledad, de angustia, llámese como le quieran llamar.
Yo también fui útil desde esa cárcel. Organicé.
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Claro
que fue poco, lo importante no es la cantidad sino la calidad y que
se haga con amor las cosas. Eso fue lo que hice allá. Ahora ¿qué
significa la libertad? Yo desde un principio la libertad la sentí,
desde el primer día que llegué a la cárcel estoy libre. Y me he
sentido libre siempre. Unas personas amigos me preguntaban: “¿Qué
es lo que te mantiene que no dejas de reír?” Y yo les digo, es que
estoy limpio en conciencia. Y ante los ojos de Dios me bendice
siempre. Y con esa bendición que tengo, decía yo, tengo que
contagiar a los demás. Si dejo de reírme un día,
les decía a los compañeros, siento que es un día perdido
para mi. Por eso si me ven así muy sonriente cada rato no se
preocupen, porque eso es mi profesión.
¿Qué
le puedo decir a aquella gente que me apoyó y me sigue apoyando?
Uno, decirle que tenemos siempre una misión al venir a este mundo.
Siempre somos útiles. Desde muy pequeños, al nacer, los aprecian en
su mamá. Pero ojalá que cuando nos vayamos a despedir de este mundo
igual nos hagan. Que entonces digan: “esta persona hizo esto”.
Entonces
recuerdos buenos hay que dejar. Pero qué triste sería que hagamos
todas las cosas por otro lado. La gente tal vez podría decir: “Qué
bueno que se fue de por sí, estorbaba aquí en este mundo”. Pero
cuando hacemos todas las cosas buenas, yo sé, eso de que hay que
esperar que nos paguen, y no hay que buscar eso. Hay que dar las
cosas sin condición. Sin esperar nada a cambio. Lo único que les
puedo dar aquella gente. Hay mucha gente así a nivel nacional, a
nivel internacional.
¿Qué
más les puedo decir? Gracias, y sigamos construyendo. Nos falta
mucho. Pero lo importante es que no estamos comenzando: solamente hay
que continuar. Y otra: el regalo que yo les puedo dar a ustedes en
especial, y a todos los demás, es que nos aprendamos a amar los unos
a los otros. Es eso. Podrán decir me ustedes: “con eso no basta”.
Pues es que, para mí, está la clave ahí.
Algo
más les quiero decir en este momento: como ya dijeron algunos
compañeros, la autoridad y ustedes han escuchado hoy el indulto. Yo,
como siempre he dicho, he sido libre desde un principio y hasta hoy
en día. No me están dando la libertad por el delito, sino por las
graves violaciones que se vieron y porque estuvo manipulado todo mi
proceso. En eso está y por eso aquí sigo y seguiré.
Yo
digo en esta hora y en este momento: “mi misión solamente Dios
sabrá en mí qué voy a hacer, pero motivos hay para seguir
caminando y reclamar justicia. Siempre les he dicho una cosa:
momentos no faltan, es lo que sobra”. Y como un último agregado
quiero decirles que siempre digamos la verdad. Sea con quien sea,
digamos la verdad, porque si no perdemos credibilidad en nosotros
mismos.
Eso
sería todo. Mucho ánimo a todos ustedes y gracias a todos.
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