Desinformemonos / Javier Bautista
9 septiembre 2013
México.
“Ánimo y gracias por creer en mi inocencia y luchar por mi libertad”,
expresa el preso político Alberto Patishtán, ante la cuenta regresiva
para conocer la última decisión del poder judicial sobre su inocencia.
Desde la designación del magistrado responsable, el 2 de septiembre, no
deben pasar más de diez días para saber si terminará la larga cadena de
irregularidades que mantiene en prisión a este defensor de los derechos
humanos.
Los magistrados tienen la oportunidad
histórica de hacer justicia devolviendo la libertad a un hombre
inocente, y de regresar un poco de la legitimidad que ha perdido el
sistema judicial al cometer y solapar todas las arbitrariedades que se
han presentado a lo largo de estos 13 años, en los que Alberto Patishtán
ha estado injustamente preso.
La sociedad civil demuestra que la
organización para luchar contra la injusticia es posible, y que sólo
basta con creer en la inocencia de un hombre para hacer todo lo
necesario hasta arrancarlo de las entrañas de la cárcel. Además, se
sienta un precedente en la lucha por la libertad de los presos políticos
en México, al ser Patishtán un preso de conciencia que despertó la
solidaridad en todos los sectores de la sociedad, y al ser un referente
para la lucha por la libertad de otras personas que, por motivos
políticos, han sido injustamente encarceladas.
10 días para conocer la injusticia
El profesor Alberto Patishtán Gómez es
originario de la comunidad de El Bosque, Chiapas. Hasta el momento de su
detención, trabajaba para la Secretaría de Servicios Educativos del
estado; primero, como director del albergue escolar “Nicolás Bravo” en
la comunidad El Azufre, municipio de Huitupán, puesto que desempeñó por
dos años. Posteriormente tomó posesión como director de otro albergue,
esta vez en la cabecera municipal. A partir de ahí trabajó como educador
durante cinco años, tiempo en el que militó en la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación. Por su compromiso político y activa
participación, fue integrante del Consejo Central de Lucha en la región
norte de Chiapas.
De manera paralela, Alberto era
presidente de una organización conocida como Sociedad de Solidaridad
Social en El Bosque, cuyo principal objetivo era la construcción de
alternativas de economía solidaria a través de proyectos productivos,
procesos organizativos y el impulso al trabajo comunitario y la defensa
de los derechos humanos. Al mismo tiempo, mantenía una fuerte presencia
con sus posiciones críticas en la organización ejidal. Desde ahí
cuestionó al gobierno del presidente municipa, Manuel Gómez Ruiz, y la
gestión de Ramiro Miceli Maza, diputado local priista. También denunció
los malos manejos de los recursos del ayuntamiento, el enriquecimiento
ilícito y los abusos de poder de los que eran objeto los habitantes de
la región.
Sus denuncias y el reconocimiento de la
comunidad a Alberto Patishtán como un líder, hicieron del profesor
blanco de diferentes ataques que culminaron con su detención arbitraria,
acusado de participar en una emboscada a una camioneta propiedad del
ayuntamiento de El Bosque -el 12 de junio del 2000- a la altura de la
comunidad Las Limas, en la que resultaron ocho agentes de Seguridad
Pública del estado muertos y dos heridos, entre ellos el hijo del
presidente municipal.
Según la Procuraduría General de la
República, la emboscada fue planeada y en ella participaron, al menos,
10 personas, una de ellas Alberto Patishtán. Esta emboscada formó parte
de diversos incidentes de violencia que desde el 2000 tuvieron lugar en
El Bosque, a los que los habitantes consideraban como actos represivos
en represalia por mostrar abierta simpatía con las demandas del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Después de la masacre, el ejército
mexicano instaló un campamento con 900 elementos en Simojovel,
argumentando que la zona era insegura y que sus labores estaban
enfocadas a la protección de la población. Pero la realidad mostró otra
cosa, pues en el periodo que el ejercitó estuvo en esta comunidad las
denuncias de acoso fueron cotidianas: primero Lázaro Cárdenas, luego
Luis Espinoza, Mercedes Isidoro, Yuquín, Berlín y Las Limas. En esta
última, el acoso militar provocó el desplazamiento de familias, que ante
los abusos de los militares optaron por huir a la montaña.
10 días para entender la estrategia del gobierno
La detención de Patishtán obedeció a una
venganza política, aseguran quienes han seguido el caso desde el
inicio. A raíz de su participación política, el profesor tzotzil se
convirtió en un peligro para las autoridades, que pacientemente
esperaron el momento oportuno para acallar su voz. Esta oportunidad tuvo
lugar el 19 de junio del año 2000, cuando cuatro hombres vestidos de
civil, sin orden de aprehensión, detuvieron al profesor Patishtán cuando
se dirigía a su trabajo. Con un día de diferencia, también fue detenido
el militante zapatista Salvador López González, quien también fue
acusado de participar en la emboscada.
Como es de esperarse (porque aunque uno
crea lo contrario, la realidad se empeña en reiterarlo), la detención de
Alberto Patishtán se dio de manera violenta. Fue golpeado, humillado,
torturado, conducido a un arraigo domiciliario -en el que estuvo cautivo
por 30 días- mientras la procuraduría terminaba de confeccionar las
pruebas suficientes para inculparlo.
Parte de las vejaciones padecidas
consistieron en mantenerlo incomunicado y engañar al pueblo de El Bosque
ocultando su paradero. Además, durante su detención y las primeras
etapas del proceso jurídico no se consideró su condición de indígena y
en sus declaraciones no participó ningún traductor. Por si esto fuera
poco, a siete días de la emboscada se le tomó una prueba de rodizonato
de sodio, que supuestamente resultó positiva. Se suma la declaración de
un testigo que menciona haber visto al profesor poco antes de quedar
inconsciente en medio de la emboscada, declaración que fue elaborada
después de que el mismo testigo afirmó, en su primera declaración, “no
haber reconocido a ningún participante de la emboscada”.
Patishtán ofreció diversas pruebas que
daban cuenta no sólo de que no participó en la emboscada, sino de que en
los momentos en que ésta ocurrió, él se encontraba en una reunión en el
municipio de Huitiupan. Todas estas pruebas fueron rechazadas. La misma
suerte corrieron los hermanos Salvador y Manuel López González, quienes
abiertamente son simpatizantes zapatistas -originarios de la comunidad
Unión Progreso, también del municipio de El Bosque-, y fueron acusados
de los mismos delitos. Sin embargo, al no encontrárseles pruebas
suficientes ambos fueron liberados.
10 días para mostrar la cadena de agravios
En Méxicola justicia se aplica a
discrecionalidad, los procesos penales, dado lo inaudito de su
naturaleza, carecen de legitimidad, y la deshonestidad del poder
judicial queda de manifiesto cuando salen a la luz las irregularidades
en los casos. Desgraciadamente la justicia mexicana no está acostumbrada
a recular y mucho menos a reparar los daños causados a los inocentes
que encarcela, al contrario, cuando se sabe descubierta y se siente
acorralada se da a la tarea de entorpecer los procesos convirtiéndolos
en largas cadenas de agravios. Esta cadena de desigualdades, en caso del
profesor Alberto Patishtán, comenzó con su detención. Trece años
después, aún no encuentra su final.
Pasados los 30 días de su arraigo,
Alberto fue trasladado al Centro de Readaptación Social (Cereso) número
1, “Cerro Hueco”, en Tuxtla Gutiérrez. Ahí, a pesar de las
irregularidades en su caso, se le dictó auto de formal prisión por los
delitos de violación a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada,
lesiones y homicidio calificado, robo, daños y portación de armas de
fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea. Las
principales pruebas giraron en torno al hijo del presidente municipal,
quien cambió su declaración, pareciera, para inculpar al profesor.
También tomaron como prueba la libreta de apuntes de Patishtán, en la
que las anotaciones para los juegos de basquetbol fueron interpretados
como la planeación de la emboscada. Se sumó la prueba de rodizonato de
sodio, tomada siete días después de los hechos.
El 18 de marzo del 2002, en el
expediente penal número 126/2000, el Juez Primero de Distrito del
Vigésimo Circuito dictó sentencia condenatoria contra el profesor
Alberto Patishtán, considerándolo penalmente responsable de los delitos
de Lesiones y Homicidio calificado, Robo Calificado y Daños, y Portación
de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada o Fuerza Aérea.
Se le impuso una pena de 60 años de prisión y multa de mil 745 días de
salario mínimo, por un monto total de 57 mil 61 pesos. Amparado en el
derecho y argumentado que las pruebas presentadas fueron producto de un
montaje, Alberto Patishtán interpuso el recurso de apelación contra la
sentencia, pero la respuesta fue la confirmación de la sentencia
condenatoria. A partir de ahí, diversos procedimientos -como la
solicitud de amparos y presentación de inconformidades- han sido la
constante, y la constante de la justicia mexicana ha sido la negación de
estos recursos.
El 1 julio de 2004, el preso político
fue trasladado del Cereso número 1 al Cereso número14, “El Amate”,
recién construido. En este lugar, junto con otros presos políticos,
Patishtán creó el grupo conocido como “La Voz del Amate”. Esta
organización se dedicó a la defensa de los derechos humanos de los
presos y a denunciar las arbitrariedades sufridas por los indígenas en
diferentes procesos penales. Esta lucha incansable alcanzó su primera
victoria en 2008, con la liberación de la mayoría de sus integrantes.
La lucha por los derechos humanos le ha
costado a Patishtán diversos castigos. Por ejemplo, en 2008 fue
trasladado por un día al penal de Copaimalá -considerado como un penal
de castigo. Después de una huelga de hambre de 21 días, el profesor fue
trasladado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 8
Norponiente, ubicado Guasave, Sinaloa.
Diversas organizaciones de derechos
humanos han exigido al gobierno que garantice atención médica para el
profesor, que sufre de glaucoma, enfermedad que le ha avanzado por la
escasa atención recibid en los diversos penales en los que ha estado. A
la fecha, Alberto Patishtán se encuentra en el Cereso número 5, en San
Cristóbal de las Casas, en espera de que la justicia mexicana reconozca
que su caso es una larga cadena de agravios y empiece a reparar uno a
uno los daños, empezando por otorgarle su libertad.
10 días para la solidaridad
Desde la detención de Patishtán,
diversas organizaciones se han solidarizado para elevar la exigencia de
libertad del profesor. Los primeros en levantar la voz fueron los
compañeros de la comunidad de El Bosque, quienes de manera incansable
han luchado por la libertad de su profesor. También se suman los
Solidarios de la Voz del Amate, organización que defiende los derechos
humanos de los presos, además de organizaciones zapatistas, colectivos
estudiantiles, secciones de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores
de la Educación (CNTE) y diversos intelectuales y artistas.
En meses pasados, se sumaron más
organizaciones a la exigencia de libertad para el preso tzotzil, de tal
suerte que en el mes de junio se conformó el Comité por la Libertad de
Alberto Patishtán, cuya primera acción consistió en la construcción de
una red amplia de organizaciones y activistas que participan en las
diferentes acciones por la libertad del profesor, como el Frente de
Pueblos en Defensa de la Tierra, el Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad, Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Más de 131,
Integrantes de #YoSoy132, #YoSoy132 Académicos, Movimiento de Aspirantes
Excluidos de la Educación Superior, Jóvenes en Resistencia Alternativa,
Comité Estudiantil Metropolitano, Red de Apoyo a la Salud en Acteal,
Servicios y Asesoría para la Paz, Ce-Ácatl y Tejiendo Resistencias.
A lo largo de varios meses, el comité,
junto con los habitantes de la comunidad de El Bosque, el Centro de
Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas y los Solidarios de la Voz
del Amate, dieron cuenta de las irregularidades en el proceso penal e
impulsaron diferentes iniciativas para dar a conocer el caso y para que
la sociedad civil reconozca en el profesor Patishtán a un hombre
inocente, comprometido con su comunidad y con la educación, defensor de
los derechos humanos, y padre que ha sufrido 13 años lejos de sus hijos.
En suma, que lo reconozcan como suyo. Al trabajo del comité se sumaron
otras voces, como intelectuales, académicos y artistas con distintas
iniciativas. Algunos hacen videos, escriben desplegados o acuden hasta
el penal en el que se encuentra el profesor, todos con la consigna de
que Alberto Patishtán es inocente.
10 días que llegaron en una caravana
Una de las principales acciones
impulsadas por el comité fue la caravana por la libertad de Alberto
Patishtán. Setenta personas de diferentes organizaciones arribaron a
Chiapas el 30 de octubre y regresaron a la ciudad de México el 1 de
septiembre. Su tarea principal fue reunirse con el magistrado Freddy
Gabriel Celis Fuentes. La caravana visitó al profesor en el Cereso.
En la reunión con el magistrado
presidente, las organizaciones sociales expresaron sus inquietudes, en
particular sobre la fecha en que sería nombrado el tercer magistrado,
responsable de elaborar una propuesta de dictamen. Manifestaron su
preocupación por las irregularidades en todo el proceso, pero expresaron
su confianza en que la resolución devolverá la libertad a Patishtán. De
no ser así, advirtieron, acudirán a instancias internacionales. La
respuesta del magistrado presidente fue que él mismo conoce las
irregularidades, e instó a las organizaciones a confiar en que los
magistrados harán su labor y actuarán conforme a derecho.
Ya en el Cereso, debajo de una lona y en
medio de la lluvia, Alberto Patishtán recibió a 40 integrantes de la
caravana. Es difícil expresar toda la emoción del momento. Entre
lágrimas y sonrisas, la caravana pasó cuatro horas cerca del profesor.
Al término de la visita, quedó claro que aquella consigna de entrar a
darle ánimos al profesor no se cumplió; el profesor terminó por dar
ánimos, con palabras de aliento sobre la lucha y con expresiones
cariñosas: “ánimo compas, que acá yo estoy tranquilo, ánimo y gracias
por creer en mi inocencia y luchar por mi libertad”. Un día después del
arribo de la caravana al Distrito Federal, llegó la noticia sobre la
designación de Celis como tercer magistrado.
10 días para tener al profesor libre
Quienes decidimos luchar por la libertad
de Alberto Patishtán estamos seguros que vamos a conseguirlo, y que
Alberto estará pronto entre nosotros. Quienes hemos decidido trabajar
hasta arrancarlo de la cárcel lo hacemos con la plena convicción de su
inocencia. Creemos que no es justo que un hombre íntegro como él purgue
una condena de 60 años por un delito que no cometió.
Nosotros nos dirigimos a Alberto con la
familiaridad de quienes no se conocen, pero se saben compañeros por
haber andado juntos el mismo camino. Le dijimos que, al igual que él,
estamos comprometidos con la justicia y la transformación de este país.
Le dijimos que nos hace falta, que lo necesitamos en la calle marchando,
en los foros discutiendo, en las aulas enseñando, en su comunidad
participando. Lo necesitamos libre.
Publicado el 09 de septiembre de 2013
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