Patishtán cumplirá 13 años de encierro
A ocho días de que se cumpla ese período, el profesor, que siempre se ha declarado inocente, aún espera un milagro
FRANCISCO MARTÍNEZ
www.noticias.net.mx
03/06/2013
Tuxtla Gutiérrez, Chis.- De todo corazón, Alberto
Patishtán quisiera estar libre. Siempre lo ha deseado desde el día en
que lo detuvieron. Sin embargo, su libertad se ha convertido en un sueño
trillado y sólo viaja a otros lugares a través de la lectura.
Lleva casi cinco mil días de estar tras las rejas, acusado “injustamente” de emboscar y asesinar a siete policías en El Bosque.
A diario lucha contra los indeseados momentos depresivos y trata de
distraerse tocando la guitarra, el teclado, orando en este ambiente frío
y encerrado. El 12 de junio cumple 13 años en la cárcel y le faltan 47
para que cumpla su condena, de acuerdo con el reporte de las
autoridades.
A sus 42 años, el profesor tsotsil es reconocido a nivel
internacional como uno de los presos políticos, víctima del mal sistema
de justicia, así como por la infinidad de huelgas de hambre que ha
protagonizado, y por más de 4 mil firmas de apoyo de 14 países.
Es un hombre de extracción indígena que nació el 19 de abril de 1971.
Actualmente se encuentra en el CERESO 5, en la comunidad Los Llanos, a
20 minutos de San Cristóbal de Las Casas, rumbo a Ocosingo.
A pesar de sentir que el tiempo pasa lento, aún conserva intacta la
esperanza de que algún caminará libremente por las calles de su pueblo:
El Bosque.
DÍA DE VISITAS
Hoy es domingo y el hombre de 1.58 de estatura está sentado en una
silla plegable de madera, bajo una galera. Platica (como muchas veces lo
ha hecho) su caso a un visitante que confía en su inocencia. Junto a su
mesa, hay visitantes españoles, mestizos e indígenas, así como sus
compañeros de celda autodenominados “La Voz del Amate”. Degustan tazas
de café, merecidas contra la frialdad del penal y la brisa intermitente.
Patishtán tiene dolor lumbar. Desde hace días toma analgésicos; sin
embargo, este malestar a veces no lo deja dormir. Probablemente sus
dolores aumentan cuando se encoge para meterse a la cama improvisada,
que más bien parece un pequeño ataúd con cortina lateral.
Él y nueve compañeros más ocupan la celda 14, en el segundo nivel del
reclusorio. Su pequeño dormitorio es una de las diez camas y de la
celda sólo queda un pasillo de medio metro de ancho y tres de largo para
desentumirse. Domingo es día de visita, hay música y la población
reclusa anda en los pasillos.
La nave central, donde duerme toda la población, es como un auditorio
que en lugar de gradas tiene celdas. Es de dos pisos con 40 rejas
alrededor. Hay tiendas pequeñas y en el centro una cancha de concreto,
donde los domingos como hoy algunos presos comparten con sus familias.
En el exterior de esta nave hay también un taller de carpintería, un
comedor, una capilla católica, aulas educativas, patios y pasillos
enmallados.
A medio día, afuera, una fila de más de 30 personas está bajo la
llovizna, dispuesta a ser revisada y atravesar la primera de las nueve
puertas para llegar al patio del penal, y visitar a sus familiares.
Desde aquí solo se ve la torre principal de vigilancia.
Durante el recorrido por las nueve puertas, los visitantes son
marcados tres veces en el brazo derecho con un sello, el cual tiene que
ser mostrado a los custodios a la hora de la salida.
SE VE BIEN, PERO TIENE LOS OJOS TRISTES
Cualquiera que viera a Patishtán podría decir que físicamente se ve
bien; sin embargo, este cuerpo de 77 kilogramos, cobijado con una camisa
rosada manga larga, un pantalón de mezclilla azul y zapatos negros,
tiene dolores lumbares.
Sus ojos tristes parece que lo vieran todo, pero hace unos meses
perdió el 50 por ciento de su campo de visión, incluso desconocía a una
persona a un metro de distancia, a consecuencia de un tumor en la
cabeza. Por esta causa lo han llevado al centro del país a consultas
médicas periódicas para su revisión. La última vez fue hace unas
semanas.
Ahora, con los tratamientos ha recuperado un poco la vista, con la
cual logró terminar de leer El Rey Lear de William Shakespeare y a ratos
se entretiene en el Mundo de Sofía de Jostein Gaarder.
Asegura que durante estos años también ha matado el tiempo leyendo
Las Sagradas Escrituras y explicando las parábolas a sus compañeros
reclusos de Copainalá, de San Cristóbal (donde está ahora por segunda
ocasión), de El Amate en Cintalapa, incluso en el de Guasave, Sinaloa.
—En ninguna de las cárceles pudo ser peor que cuando sobrevivió en
las mazmorras del extinto Cerro Hueco, en Tuxtla Gutiérrez— recuerda con
tranquilidad el hombre de cabello negro.
Ha pasado momentos de grandes tristezas dentro de la cárcel, como el
de hace seis años. Su esposa renunció a él y la familia se desintegró
completamente, de modo que actualmente su hijo de 15 vive en casa de su
abuelo materno y su hija de 22, casada y estudiante del sexto semestre
en la Licenciatura en Derecho, en San Cristóbal, lucha por la libertad
de él.
El día del cumpleaños de Patishtán (19 de abril), su hijo encabezó
una manifestación a favor de su padre en las puertas del Consejo de la
Judicatura Federal, acompañado de un grupo de maestros y activistas, en
la Ciudad de México; al mismo tiempo en la capital de Chiapas reunió a
más de ocho mil maestros.
En las vísperas de esta protesta pacífica, el gobernador del estado,
Manuel Velasco Coello, acompañado por el secretario de Seguridad y
Protección Ciudadana, Jorge Luis Llaven Abarca, y el procurador General
de Justicia del Estado, Raciel López Salazar, visitó a Alberto
Patisthán.
El mandatario, igual que los otros gobernadores que lo han visitado,
le advirtió que nada podía hacer, pues el asunto es de competencia
federal, no obstante, prometió que intervendría con el presidente de la
República, Enrique Peña Nieto, para que tratara su asunto.
—No prometió mi libertad. No hay nada seguro aún—lamentó el hombre de
dientes plateados y bigotes negros, cuya fotografía estaban plasmada en
estandartes el día de la marcha por su libertad.
Patishtán, quien escribe reflexiones y juega ajedrez en sus ratos
libres, tiene la esperanza de que el Primer Tribunal Colegiado emita el
fallo a su favor en los próximos días. En el último fallo, dos jueces
estuvieron a favor y tres en contra.
Del 12 de junio, Día de San Antonio, jamás se olvidará. Esa noche
estaba en la feria de Simojovel, cuando ocurrió el ataque y asesinato de
los policías; sin embargo, es incriminado “injustamente” por este
delito.
FAMOSO ENTRE LA RAZA
Durante una caminata en los vericuetos oscuros del penal, el
hombrecillo de cabello corto y peinado hacia un lado, involuntariamente
deja en claro que es “famoso” entre la raza reclusa. Hay que ladearse
para caminar, pues el tráfico parece de mercado. Alberto lleva puesto un
chaleco beige. Las mangas largas de su camisa rosada terminan en un
reloj y un pulso de ámbar con incrustaciones de fósiles herbolarios.
Después del recorrido, Patishtán llega a la galera donde estaba
minutos antes, pero ahora queda asoleándose. Ha parado de lloviznar y
apenas sale el sol; se siente un ligero calor bochornoso. Se lo ve
cansado, pero todavía le queda una ligera ansiedad para preguntar los
pormenores de afuera, de noticias frescas, de injusticias, de otras
cosas; quiere saber de todo.
—Dicen que los jueces en ocasiones ni leen todos los expedientes,
imagínese el mío que dicen que tiene ocho mil fojas—reflexiona, luego
ríe sarcásticamente.
—¿Qué haría saliendo de aquí?
Queda pensativo.
—Darle gracias a Dios—elige, después de miles de cosas que se le vienen a la cabeza si llega este momento.
Aquí, Patisthán, adherido a la Otra Campaña del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), e integrante del grupo de presos políticos
“La Voz del Amate”, seguirá el tiempo que le dicte el destino, entre los
más de 400 internos, emitiendo incansablemente comunicados de súplicas
de justicia hacia el mundo exterior; hasta que existan “leyes justas” o
los milagros divinos.
Pusieron que el 12 de Junio cumple 13 años en la cárcel, por favor corrijan. #TodosPorPatishtan
ResponderBorrarEl dia 19 de junio Alberto Patishtan cumplirá 13 años en prisión.
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