Contralinea
Hace 13 años fue recluido en las celdas del Centro Federal de
Readaptación Social El Amate, y ha sido traslado a cinco diferentes
reclusorios. Muchos de estos traslados pretendían alejarlo de su
comunidad y su familia, que radica en Chiapas. De manera intencionada se
le ha querido distanciar de su pueblo, que desde fuera le apoya y
presiona a las autoridades para que sea liberado. El pueblo tzotzil sabe
que el Profesor, como lo conocen, fue condenado a 60 años de prisión sin justificación y sin pruebas contundentes. Sabe además que se le fabricaron
delitos que no cometió. Alberto Patishtán Gómez fue encontrado
culpable, según las autoridades, y se le acusó por presuntas faltas
relacionadas con lesiones, homicidio calificado, robo, daños, portación
de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, y de violar la Ley
Federal contra la Delincuencia Organizada. Acusaciones que con el paso
de los años han sido revertidas, y se ha demostrado que las pruebas son
falsas y que los testigos mintieron. No omitimos mencionar que de fondo
hay un conflicto político.
Hace 13 años el Profesor participaba en la denuncia
comunitaria que hacía evidente que el presidente municipal de su
comunidad se beneficiaba personalmente de los recursos públicos. La
comunidad se organizó y emprendió un proceso de lucha social, exigiendo
la destitución del entonces titular de la presidencia municipal.
Patishtán, al igual que muchas más personas, exigía justicia y castigo a
la corrupción. En este contexto se le acusa de emboscar una patrulla de
la policía, donde siete personas perdieron la vida y resultó herido el
hijo del presidente municipal.
El proceso jurídico que ha vivido el hermano Patishtán ha sido duro
y largo, pero sobre todo injusto, ya que se le sentenció a pesar de
presentarse pruebas que dan cuenta de que en el momento de la emboscada
el profesor indígena se encontraba en una reunión con maestros de la
zona escolar de Huitiupán. Todas y todos sabemos que el caso Patishtán
pone al descubierto la situación tan injusta que viven muchas de las
personas presas al interior de las cárceles en Chiapas. Más grave aún es
que nos muestra que existen casos de personas inocentes purgando penas
crueles y en condiciones inhumanas. Pero también es cierto que esta
lucha nos comparte la fuerza espiritual descomunal de Alberto, pues aun
estando en reclusión fundó un colectivo de presos políticos, La Voz del
Amate, que de manera pacífica exigen su libertad y desde allí tejen
solidaridad de muchas personas que hacen llegar cartas al profesor y al
colectivo desde diversas partes del mundo. En las próximas semanas las
instituciones del Poder Judicial de este país deberán resolver el caso.
El Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito, con sede en
Tuxtla Gutiérrez, decidirá si el profesor permanece preso o se le otorga
libertad inmediata. Esto luego de que la Suprema Corte de Justicia de
la Nación (SCJN) decidió no reasumir su competencia en el caso, pues
argumentó que éste no resulta trascendental, y que no se han incorporado
“argumentos novedosos”. A nuestro juicio, y el del Centro de Derechos
Humanos Fray Bartolomé de las Casas, la resolución de la SCJN constituye
una denegación del derecho humano al acceso a la justicia de miles de
personas cuyos procesos estuvieron colmados de irregularidades. Así de
injusto es el proceso en contra del profesor Pathistán. Existen
elementos contundentes que dan cuenta de las violaciones al debido
proceso y al derecho de acceso a la justicia. Y sin embargo, a pesar de
esto se le dictó una sentencia de 6 décadas de prisión. No tenemos
reparo en asegurar que en este caso se configuran graves violaciones a
los derechos humanos del profesor, pero también de las comunidades
indígenas de nuestro país.
México tiene una deuda histórica con sus pueblos originarios. El
sistema de justicia actual discrimina estructuralmente a las personas
pertenecientes a alguno de estos pueblos: juzga a quien no debe juzgar y
encarcela a personas inocentes. La Red Nacional de Organismos Civiles
de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos (Red TDT),
conformado por más de 70 organizaciones de derechos humanos en el país,
respalda en su conjunto la exigencia de libertad inmediata para el
profesor, y exige a las autoridades implementar las acciones necesarias
para atender y resolver este caso lo más pronto posible. De hecho el
caso del profesor es parte de la campaña Defendamos la Esperanza,
impulsada por la misma Red TDT, que da cuenta de experiencias ejemplares
de defensa y promoción de los derechos humanos en México. Es urgente
nuestra solidaridad con todas las personas presas de manera injusta.
Patishtán se ha convertido para muchas personas en un guía de cómo
defender los derechos humanos privado injustamente de su libertad.
Durante todos estos años de encarcelamiento se ha desempeñado además
como un ministro fervoroso de la Iglesia, acompañando con fe y esperanza
a quienes como él han sufrido las consecuencias del deficiente y
violento sistema penal. Asimismo, ha liderado y participado en
innumerables huelgas de hambre y jornadas de ayuno. Combina la defensa
de la dignidad de su pueblo y de las personas con la meditación y puesta
en práctica de textos de la Biblia, fortaleciendo así sus trabajos por
la paz y la justicia. A pesar de saber que las condiciones en las que se
encuentra su caso son difíciles, Patishtán busca la mejora de las
condiciones en las que están sus compañeros de prisión. Ha roto con el
miedo, y ahora resiste los embates de un sistema deshumanizante. En sus
declaraciones resuena mucho de lo que le motiva a mantenerse firme
frente a la injusticia: “Pensamos: si morimos ni modo. Vale más morir
luchando por la libertad que resignarnos”.
Alberto Patishtán es un defensor de los derechos humanos de las
comunidades y de los pueblos indígenas que por siglos han sido
violentadas. La injusticia y condiciones deplorables a las que se
margina a la mayoría de las personas presas en el país, y que él mismo
experimenta, lo han convertido en inspiración para levantar la voz sin
miedo y exigir a los jueces de este país que cumplan la ley y hagan
justicia, ya que si se les ha encomendado esa tarea no es para solapar
corrupciones judiciales ni pruebas inventadas. Hoy día somos millones de
voces solidarias que exigimos al Estado dé plena libertad al defensor
de derechos humanos y miembro del colectivo Solidarios de la Voz del
Amate, Alberto Patishtán Gómez.
*Filósofo, sociólogo y teólogo; director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, OP, AC
Fuente: Contralínea 344 / julio 2013
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