La Jornada / Hermann Bellinghausen. Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 8 de julio de 2013, p. 11
Lunes 8 de julio de 2013, p. 11
Los Llanos, Chis.,7 de julio.
‘‘No pediré el indulto del gobierno. No tengo de qué pedir perdón,
pues’’, declara Alberto Patishtán Gómez en el patio del penal número
cinco, en San Cristóbal de las Casas, ante las versiones de que, si el
tribunal colegiado federal que revisará su caso próximamente en Tuxtla
Gutiérrez determinase mantenerlo preso, el gobierno federal podría
indultar al profesor tzotzil tras 13 años encarcelado, y una condena de
60, bajo cargos falsos y como chivo expiatorio de cuatro sucesivos
gobiernos.
‘‘Conozco varias cárceles y puede decirse de todas que 50 por ciento
de los presos son inocentes’’, manifiesta. ‘‘Tuve oportunidad de hablar
con muchos, unos que sí confiesan que la hicieron, y otros niegan el
delito, aunque no me convencen; pero aproximadamente la mitad
seguramente está en la cárcel por una mala decisión de los jueces y mal
trabajo de los agentes ministeriales. Muchos ni siquiera están
sentenciados’’.
Por primera vez en largo tiempo hay poca gente para la visita
dominical en el rincón del patio carcelario donde se han reunido durante
años los adherentes de la sexta, en torno a sus presos. El pasado
jueves salieron casi todos, nueve de ellos. Aunque durante la mañana
hubo visitantes, se siente que hoy no están, ni sus familias.
Por la tarde, se encuentran solamente la hija de Patishtán, Gabriela, quien el pasado 29 de mayo hizo abuelo al profe,
y su bebita Génesis Itzae, envuelta en un bello rebozo de Oxchuc, de
donde es originario su compañero, también presente. Y con ellos,
Alejandro Díaz Sántiz, el único solidario de Voz de Amate que sigue
adentro.
Patishtán no oculta su alegría por la ausencia de sus compañeros. Una
paradoja comprensible. ‘‘Fue una sorpresa para todos, y desde que les
avisaron que iban a salir los compañeros, no podían dormir de los
nervios’’, ríe el profesor tzotzil, cuya propia liberación sigue siendo
una demanda internacional de legitimidad creciente.
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El gobernador “giró instrucciones aquí mismo al procurador Raciel
López Salazar para que se revisen de inmediato los expedientes de Miguel
Demeza Jiménez y Antonio Estrada Estrada, acusados falsamente’’, así
como establecer comunicación con la justicia del estado de Veracruz para
resolver el caso de Díaz Sántiz.
Ante la pregunta de si cree esas promesas, Patishtán replica: ‘‘Creo
que el gobierno está muy obligado a cumplir, pero no me convenceré hasta
estar afuera’’. Y subraya: ‘‘Hay que seguir luchando’’. Escuchándolo
resulta inevitable recordar a The Black Keys y su rolón So he won’t break (‘‘Sabes cuál es la diferencia. /Sabes todo lo que piensa. /Es amor, así que éste no se va a quebrar’’).
El profesor Patishtán admite: ‘‘Ya aprendí a ver que se vayan los
compañeros, y siempre es un contento’’. Relata que ahora otros presos se
le acercan constantemente para que ‘‘los ponga en la lista’’ y él les
dice que no es así de apuntarse, es una lucha que necesita compromiso y
conciencia. Y deben convencer de su inocencia de los delitos que les
atribuyen. ‘‘Cómo ven que logramos triunfos, muchos quieren. Otros que
empezaron a trabajar con nosotros y desistieron –la lucha es difícil–
ahora están muy arrepentidos. Les digo que si de veras están dispuestos,
deben aprender a organizarse ellos’’.
http://www.jornada.unam.mx/2013/07/08/politica/011n1pol
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